sábado, 28 de enero de 2012

EL PROYECTO

Año 1990, Norman Foster se encontraba en el auge de su vida como arquitecto. Un cliente privado le encarga la realización de un proyecto en la Isla francesa de Córcega. La idea inicial era la proyección de una vivienda unifamiliar con sitios de ocio y relajación, a petición del cliente.
Foster vio restringido su proyecto debido a algunas obligaciones urbanísticas impuestas por la legislación vigente en Córcega  para mantener una estética similar en todas las viviendas de la zona. La restricción más llamativa del proyecto era la realización de este mismo en madera, recubriendo el tejado con tejas de cedro.


Foster pensó una casa que no rompiera la armonía del lugar. Para ello comenzó elaborando ciertos bocetos y sopesando una idea tras otra hasta que llegó a la conclusión de crear una vivienda que surgiera de la propia montaña( que mejor formar para aunarla en el paisaje que construyéndola como una prolongación de este).


Situado sobre una bahía rocosa, esta casa se abre hacia el mar y se une a la naturaleza gracias a sus tres grandes cristaleras, convirtiendo de este modo el recorrido interior-exterior en una extensión de la naturaleza. Los elementos mas importantes de su estructura son las grandes vigas que soportan el techo de tejas de cedro. Estos elementos se erigen sobre el terreno a modo de árbol, manteniendo de este modo la continuidad en la pendiente de la ladera que forma la casa.
 Organizada en un solo nivel la casa consta de siete dormitorios, comedores, un estudio y una casa para invitados. A rasgos generales la casa tiene forma de cuña, tanto en planta como en sección. Los espacios donde se realizan las funciones auxiliares se encuentran en la parte baja de la casa, en el norte, mientras que los espacios comunes se ubican en la zona donde se encuentra la doble altura, en el sur, donde la casa se abre al mar.

Cerrada hacia el norte, la casa se abre de manera espectacular hacia el sur para aprovechar la luz y as vistas impresionantes. La  casa se encuentra estructurada en función de un eje transversal de circulación que separa los dormitorios para niños del resto de espacios comunes. Dicho eje que va de norte a sur crea una secuencia ceremonial desde su inicio, en la entrada de la casa. Esta ruta culmina en el sur, en una amplia terraza a la sombra.

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